Esta esperanza yo no la he buscado. Roberto Bolaño

Ajmátova en su lecho de muerte se vio rodeada por mujeres

Aquí solo quiero señalar errores. Esto es, hablar de la vida. Veamos.


AMABA TRES COSAS EN LA VIDA

Amaba tres cosas en la vida:
los pavos reales blancos, las oraciones vespertinas
y los desteñidos mapas de América.
No soportaba a los niños chillones,
ni la mermelada de frambuesa con su té,
ni la histeria femenina …
y estaba atado a mí.
Anna Ajmátova 



Pero ella era una mujer. Su valentía aminoraba la masculinidad de quien estaba en sus alrededores. Hoy hace menos historia a otros supuestos valientes de la historia. Reduce.
Anne Carson la convierte en hagiografía en una serie de poemas, dentro de Hombres en sus horas libres. De ellos, este es el que no la nombra pero la extiende. El personaje es para Carson, casi, mermelada que untar en una rebanada de pan:



ÚLTIMA HABITACIÓN

De la vida astuta siempre tomó lo que necesitaba para su oficio.
      La noche la manchaba entre la estufa y el aparador.
             Ahora se incorporaba... la vida
que hubiera podido vivir (simple, con abejas y vecinos, una valla de madera),
      Las ciudades que cambiaron de nombre o ardieron,
             el silencio (látigo).
Pasó los años sesenta tratando de reconstruir una obra de teatro Enuma Elish (Cuando sobre...)
      que había empezado Tashkent y luego destruido.
              "No quedan ni las cenizas." Rogó a sus amigos
que recordaran algún fragmento, el chirrido de un pozo, ella, él.
       Tenía la visión de algo entre Kafka y Chaplin,
              Líneas blancas sobre terciopelo negro, una farsa simbolista.
Todo lo que consiguió fue un montón de cabezas de pescado.
       Las envolvió en un periódico de 1946 y lo llamó Sueño dentro de un sueño.
              "¡Come algo, Enkidu,
                     es necesario para vivir!
                               ¡Bebe vino, es la costumbre de la tierra!"




Tanta sabiduría no nos proscribe. Es decir: nosotros, jóvenes e insensatos por nuestra supuestas vidas planas, también aprendemos. Al menos, aprenden los más aventajados, como Berta García Faet, y nos lo cuentan.




MARINA

Le gustaban tres cosas en la vida:
Ana Ajmátova

Le gustaban tres cosas en la vida:
el cine lento, los grandiosos colores
de Italia en verano y Ajmatova.
(Pero no olvides la música: la música
excepto, incomprensiblemente, Brahms).

Detestaba la religión y el opio (concretamente el océano),
la efusividad de las muchachas, el contacto físico y salir
en las fotos. Y dilo también, que se sepa: detestaba,
con una especial virulencia,     de entre todas
las múltiples sub-razas ridículas y traidoras,
legítimas herederas de su lija-sarcasmo,
a las intelectuales finalmente bobas
que creen en el amor.

Y yo no era su mujer.
Por eso.




Es aquí cuando uno se pregunta para qué seguir hablando. Dediquémonos a amar. A odiar. Pero a estar vivos.

Vuelvo a Carson para que me hable de Rusia. Rusia es, siempre, directriz. Apunta, señala, hurga en nuestros errores. Carson dice sobre Tólstoi, en Hombres de TV: Tólstoi.



Un hombre curiosamente tierno y sin embargo
incluso después de su boda
llamaba a su deseo de besarla
"la apariencia de Satán".


¿Qué errores cometemos nosotros, que estamos ya tan lejos y por eso evaluamos creyéndonos tan moralmente superiores?
Somos estúpidos. Y es por amor.

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Soy Alberto y soy muy humano, yo quiero a todo el mundo. Como Nati.