Esta esperanza yo no la he buscado. Roberto Bolaño

Poema de adolescencia

En mi adolescencia le escribí esto a S. Estuvo a punto de formar parte de El universo femenino del esperma, pero al final lo guardé para mí. Hoy, cuando los traumas adolescentes producen hasta risa (lo mismo que a algunos este poema pueda producir), rescato esto, que me ha aparecido por ahí.


Tus manos
son el frío seco que en invierno
deja los parques vacíos. Los dedos
que fracturan mis huesos rectos
son tus dedos,
como los cuerpos de cierzo que me empujan hasta casa
y se tiran de los toboganes
contra mí.
Tu labios
están en las bocas cortantes de todas las botellas,
y a las once son ya uno más en la pandilla,
y se cuelan en las grietas y los dientes de los chicos
que beso, ojos cerrados,
para que tus manos dejen de agredirme.
Tus pies tienen la forma
de las llaves de mi casa
y el color morado que de los hematomas o el hígado
me dejan tus manos
cuando estás al otro lado del mundo.
Has andado demasiado,
has corrido demasiado como para volver y recoger las zapatillas
que todavía te guardo debajo de mi cama,
como para volver y recuperar las manos, el cuerpo o los labios
o todo lo que infectaste, como mi esperma
o la puerta de salida de mi páncreas.
No eres nada que yo no quiero que seas
pero hace tiempo te dejaste todo aquí,
y sin embargo dueles, penas
y encuentras mi cuerpo molido
cada vez que pienso que siendo tan poco
eres capaz de hasta encerrar a los niños
uno a uno cada vez, a cada uno,
en su casa.

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Soy Alberto y soy muy humano, yo quiero a todo el mundo. Como Nati.