A. El feminismo contemporáneo aboga por el análisis de la estructura económina en la que se desarrolla la mujer, esto es, la limitación de la libertad relacional de la mujer a nivel social como consecuencia de su papel-eje en el funcionamiento de su microestructura: la familia. Se le llama economía feminista. Amaia Pérez Orozco habla muy bien de todas estas cosas. Recomiendo, sobre todo, este artículo, que aproxima y situa e invita a querer saber y pensar más.
Hablo de esto porque la figura de la mujer, la madre concretamente, como respuesta a la creación del yo, es uno de los elementos que más me están importando a la hora de escribir un conjunto de poemas.
(INCISO 1. Ya (me) expliqué el otro día la intención de mi discurso. Y la forma. Y el por qué. Y me perdonarán que escriba esto porque son apuntes personales que, quizá inteligentemente, no debieran ver la luz, porque a fin de cuentas si un poema no explica la teoría desde la que se escribe por sí mismo (aunque la inexactitud de la interpretación del mensaje lo vaya a desvirtuar siempre), quiere decir que la intención ha fracasado. Es, por tanto, primordial que el resultado produzca una interpretación-reacción lo más cercana a la intencionalidad original. Esto es: que el proceso comunicativo sea lo más exitoso posible.)
(INCISO 2, A RAÍZ DEL INCISO 1. ¿Escribes para ser leído? Diría que no, que escribo para explicarme el mundo. Pero, a su vez, el esfuerzo por dejarlo escrito supone una intención de encontrar a alguien a quien resulte un punto común mi forma de ver ese mundo, o de crear un punto intermedio para el encuentro. Por tanto, hago uso de las herramientas que carecen de la propiedad de establecer lugares comunes (el lenguaje) e intento. Así, si intento explicar el mundo en relación al resto, para situarme, pero a su vez para situar al resto con respecto a mí y descubrir mi forma de serles, escribo para el resto. Y, por tanto, explicarme el mundo acaba siendo explicarlo a los demás y escribir para ser leído.)
Así que puedo decir que lo que me importa es la repercusión en el yo que supone aceptar una estructura en la que crece y se desarrolla y en la que, a su vez, este crecimiento y desarrollo se produce en relación preposición-alguien (la madre) que se ve reprimida por sus relaciones con el entorno al que es. ¿Cómo nos surgimos de una relación basada en la represión-limitación del desarrollo de la otra parte? ¿Es positiva?.
B. Es fácil acertar al regalarme un libro de poemas. Son los que desengranan estas microestructuras los que siempre me gustan. Vibro, entre otros, con Ararat de Luoise Glück, El padre de Sharon Olds o, a nivel nacional, Tara de Elena Medel. Son libros que analizan la identidad de un sujeto en un microcosmos determinado y marcado por un acontecimiento que lo zarandea, permitiendo descomponerlo, analizarlo y poner a prueba su funcionamiento. Consiguen resumir el funcionamiento social a través de la microestructura (los vertebran la familia, que es el núcleo principal generador de identidades, se tenga o se carezca de ella) y a través de la reacción a lo imprevisto, a lo diferente, a lo cósmico que irrumpe abruptamente.
Al fin y al cabo, me gustan los libros que analizan la identidad de una forma u otra. Y quiero, necesito explicarme lo mismo que explican los libros con que vibro: la identidad en un contexto, que termina siendo una recolección relativa de hábitos culturales. Pero sin la imprevisión que la golpea.
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