Cómo explicarte,
si cada día vuelve a ser
y el error ya se me supone,
que no soy yo, sino el amor
el que a tus ojos me hace el mismo.
Y cómo te agradezco.
Cómo drenar, papá,
este dolor por mí
sin atreverme a rozar tu cara.
¿Y cómo, diré,
la culpabilidad
de no poder salvarte?
Y ahora algo bueno, genial:
2 comentarios:
Pues a mí me encantó el poema... Y Jaime, por supuesto, siempre, siempre.
Gracias, Berta. ;)
Jaime es Dios. Él, que nos enseñó que decidir dejar fuera de un libro es tan acierto o más que incluir lo bueno. Él, que tan precioso y guapo era de joven. <3
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