Al poco de empezar, aviso:
Recuerden, sobre todo, que había luz.
Más adelante, aun limitado en espacio, vuelvo a repetir:
El joven, desbrozado de sí, desecha el tacto,anula la carne. No cree en el gesto. Piensa: la madre, sin culpa de su cuerpo,no está aquí. Por mucho abandono, para el que estar haría falta, el niño a sorbos la perdona. No pensabasu presencia, ni mirándole los dedos; el joven, tampoco: había,ya lo he dicho antes,tanta luz.
También el joven ahí se repite, porque antes ya se había creído con la capacidad de pensar:
El niño sorbela vergüenza que la abriga,aprende su recelo ante esa vasta podredumbrede no tener sino a uno para darsecomo si esa boca, emanar la tierra, fuese arraigocontra un pecho al que no se pertenece.
Al final, lo de siempre:
Cuánto amor, tanto fallo. Demasiada luz.
Se llama Doxología. Entre omisión y desorden, he roto la unidad.
Feliz día del Señor. Y de la señora también.
1 comentarios:
Bello <3
Publicar un comentario