¿Nos merecemos recibir el amor que damos, sólo por el hecho de darlo? ¿Podemos exigir la recompensa por el daño que nos hacen los demás, al buscar no hacerse daño a sí mismos? ¿Por qué seguimos revolviéndonos en el dolor del sacrificio católico?
¿De verdad darnos nos puede hacer felices?
Yo, como muchos, sigo gritándome YO (pero buscándome en los otros).

4 comentarios:
Espléndido blog, Britney-Alberto, con mi peli favorita, lloré como un ceporro. Con Maillard, excepcional y con un poema de Acerete, al que admiro por sus poemas, sobre todo el premiado por los temidos Witt...
Lo seguiré con interés, pa la saca...
Gracias, Don Antonio.
Admiro a Chantal sobre la mayoría de poetas vivos/as en lengua española. Amo Las horas (tanto novela como libro) y le digo, porque igual le apetece leer, que tiene un libro en descarga gratuita elultimoverano.tumblr.com
Son poemas postadolescentes, que si bien tienen mucho fallos, algún acierto igual le encuentra. A saber.
Acerete, que a su vez soy yo, está tirando a unos poemas intermedios entre el que aparece aquí y se titula Disgregación y el que dice usted. Por otro lado, escribo poco porque pienso mucho. Y no tengo demasiado, ahora mismo, que contar.
Un abrazo.
Y qué pena no poder seguirle yo.
No se apene, seguirme sería una degradación en su carrera como escritor y pensador. Sería entrar en Mundo Viejuno.
No deje de ver la peli "Léolo" de 1992, un poema cinematográfico que hace pupa. O "La delgada línea roja" de Terrence Mallik, sobrecogedora, ambas con BSO de ponerse de rodillas.
Tengo Léolo en DVD. La veré uno de estos días, que tengo ahora fiesta.
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